Iremos de visita a una biblioteca
¡ADVERTENCIA!
Para continuar leyendo deberás
usar la imaginación.
Viajaremos a marzo del
2009
¿Ya?
¡Perfecto!
Justo ahora tengo alrededor de 17 años, dependo totalmente de
mis padres, así que no puedo darme el lujo de comprar libros.
Es sábado y haré lo que hago de vez en cuando por la
mañana (¡No se vayan a reír!) iremos a una biblioteca de CONACULTA. Los sábados debemos ir temprano ya que cierran luego.
El encargado me reconoce de inmediato:
Encargado: – ¡Hola Deysi!
Yo: – ¡Hola!
Sin decirnos más, dejo mi mochila sobre la mesa de lectura e
inicio a pasearme entre las estanterías.
Hasta hace unos años no lograba entender esa sensación de estar
rodeada de miles de historias y que gracias a algunos autores que conoceré en
mi futuro (ahora en mi presente 2017) estaré totalmente de acuerdo con ellos y
dejare de creer que tengo algún problema de locura.
Los libros tienen voces, o más bien bisbisean cuando te paras en
la puerta de una biblioteca o ya sea una librería escuchas esa barahúnda que se
tienen entre ellos y cuando entras, se callan, emocionados
e impacientes esperando a ser seleccionados para darles voz y un lugar en tu
corazoncito.
Hay de todos los tamaños; delgaditos, gorditos, normales, cada
uno luciendo en sus lomos su título y el nombre de sus autores.
Logro reconocer algunos autores pero también le
doy la oportunidad a otros que llaman mi curiosidad.
Me siento sobre el piso con varios que he elegido, los pequeños los leo ahí mismos, como ese chocolate que encuentras en la cocina y
lo devoras a escondidas de todos.
Cuando vas a una librería en lugar de una biblioteca. Nos
coquetean con sus portadas deslumbrantes y en ocasiones solemos caer como ese
tipo de amores fugaces que no transcienden más allá en nosotros.
Cuando vas a una librería pública de México (CONACULTA) la
mayoría de ellos son iguales en su diseño exterior, tienen el mismo color. En
ese entonces eran rojos con blancos, ¡claro! Hay algunos que tienen su portada original
pero no suelen ser muchos.
Pocos huelen a nuevo, la mayoría de ellos huelen al tiempo que
han permanecido ahí cerrados, a las huellas de aquellos que le dieron vida, al
aroma del mueble donde yace durante algunos días fuera de casa, o al aroma de las
sabanas de aquel lector que durmió junto a él después de leerlo un rato. Las
marcas y cicatrices de aquellos que no supieron cuidarlos o al despiste de
su lector. Pero una de las cosas que más me agrada encontrar; son las frases
subrayadas por otro lector, o pequeños comentarios que encuentras en sus páginas.
Decido llevarme tres a casa, entrego
mi credencial de la escuela, observo la caja donde solo hay tres
credenciales y me siento miserable porque somos poquitos los que no tenemos el
lujo de comprar libros.
Les dejare algunos ejemplares que pueden encontrar en una
biblioteca pública.
Recuerda ser un lector honesto y siempre regresar los
libros a la biblioteca.
“Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha
leído” Jorge
Luis Borgues.
Nos vemos en las próxima entrada. ¡LOS QUIERO!
"¿triste? lee, ¿feliz? lee, ¿desesperado? lee, ¿aburrido? lee, ¿de vacaciones? ¡mucho que mejor! lee, no se que diablos pasa, pero de algún modo las personas son alérgicas a los libros, empieza por algo que te guste o llame tu atención, si te critican ¡no importa! por algo se empieza"
-Capitana BuenDía.
me gusto tu experiencia y chance seria mas que no todos leen
ResponderBorrar¿sabes de que me arrepiento? no tomar fotos en la biblioteca Vasconcelos :(, la próxima iremos al péndulo pero en la tardecita para comprar libros, tomar un café y escuchar música en vivo.
Borrar¡Vaya Pao! Es una narración increíble, realmente trasmites ese sentimiento, la fascinación por la lectura. Ese encontró tuyo por los libros esde las cosas que admiro en tí.
ResponderBorrar